Laura zarpó en su barco ayer por a tarde. Laura no está... esta mañana se me ha hecho raro recuperar la costumbre de no hablar con nadie al levantarme... o más bien, de hablar sola.
Puedo hacer un pequeño resumen de nuestras vacaciones juntas.
1- paisaje lunar marítimo. El Cap más azulverdoso que nunca.
2- Tras un día de lluvia imprescindible para planear todas nuestras actividades deportivas sin salir de casa excepto para ir a comprar barritas energéticas de manzana, empieza la acción... bautismo de buceo. La primera vez es normal ponerse el traje del revés y lo de atrás alante.

3- A la espera de nuestras fotos volátiles, visita a los cielos corsos. Lo más impresionante, estar frente a una montaña y subir más alto que su cima, y ver aparecer el paisaje detrás. Plácidamente sentada en el aire. Aunque tiene que ser mucho mejor si diriges tú el aparato, entonces sí que te sentirás un pájaro, imagino. Volar, idiota, volar.

4- El mal tiempo, que parece haber decidido instalarse aquí hasta que yo - o mis visitas- nos vayamos, nos impidió la ruta de escalada, que se convirtió en ruta de la invasión espacial de Bastia, de la que habrá un próximo documento más extenso.

Y por fín, el mar idiota.

Un poco de Clara.

Y la crepe de nutella.

Faltan miles de minis que nos acompañaban en nuestro viaje, picos montañosos, un poco de frío, otro poco de frío y un frío terrible, camping con edredón, camping con edredón y manta, camping sin edredón, un hamán, lluvia, humedad, tormenta, quemaduras solares, nieve, cerdos vacas cabras ovejas cerditos y una salamanquesa, tiburones, pero eso ya lo dije y parece que no os impresiona nada, quesos corsos, neveras abiertas que no deberían abrirse, el eco de la pera, curvas en llano, curvas cuesta arriba, curvas cuesta abajo -tenemos alguna foto de las rectas-, las testigos de jehova que me despertaron ayer, helados de fresa y un ferry muy grande que se marchó y que volverá, los faros seguirán en su sitio y la cittadelle también, mi casa en la Rue Sisco y les calanches en Piana, sólo faltará Laura pequeñita sentada en un banquito de la cubierta y yo en el Quai des Martires para verlo.
Anoche una de las últimas frases que escuché me decía que yo no era más que la representación de la conciencia del absoluto, el océano, que se cree una pequeña ola que nace sube rompe y muere pero que en realidad no es más -no es menos- que el océano. Y otra decía que habíamos inventado todo tipo de teorías absurdas para explicar cómo se habían construido las pirámides de Egipto, cuando todo era tan sencillo como que los egipcios podían mover cosas con la mente. Y que yo tengo un nudo telúrico al lado de donde pongo la cabeza al dormir. Mierda.
Y la conciencia del absoluto no sabe qué hacer mañana para la última clase con algunos de sus alumnos, así que os deja.
Besos.